A los 15 años, cuando uno de mis amigos me fue a buscar a mi casa sobre una moto, un amigo querido, proteccionista de animales, me dije "cuando sea adulta, me comparé una moto". Mi amigo, un tipo altote y simpático, y francamente infantil, se convirtió ante mis ojos en un super hombre cuando llegó, enfundado en un traje negro, con una chaqueta pesadísima y un casco que le daba un aire de astronauta. Fue ese día cuando, en vez de decidir unir mi vida a un motociclista sobre una Harley Davidson, fui yo la que se vio, en un futuro, rodando sobre dos ruedas. Me tardé 28 años, hace semana y media, me compré una moto BWS Bera, automática, usada, y soy inmensamente feliz.
Ser infinitamente ignorante acerca de algo que te gusta, es muy frustrante. Me encantan las motos, pero no sé nada sobre ellas, mi experiencia se limita a haber sido parrillera, una entusiasta y muy consciente parrillera. Durante esta semana me enteré de que hay baterías de ácido y de gel, de que existe algo que se llama "cachimbo" y si se rompe, se apaga la moto, que las motos automáticas se ahogan con facilidad.
Tuve suerte, dar clases de cocina me ha hecho conocer una gran diversidad de personas, entre las cuales, a un joven mecánico, restaurador de vespas, un artista que convierte motos maltratadas en hermosos objetos coleccionables, quien me asesoró, trasladó, acompañó y protegió, con inagotable gentileza, en el difícil proceso de elegir una moto, siendo mujer, en este país. Me quisieron vender una lata sobre ruedas como si fuera una ganga, quisieron venderme un candado al triple (y una batería al doble) del precio, y sé que, en el futuro, o me hago una experta en el tema y pongo cara de veterana en el asunto, o corro el riesgo de caer por inocente.
Ya tengo la moto, ahora... ¿Cómo la prendo?
1 comentario:
El casssscoooo!!! Amo el Cascoooo!!!!
Publicar un comentario